¿EN DÓNDE ESTÁN SUS ALMAS...?
En los cementerios, solamente se encuentran sus cenizas corporales, sin vida, descomponiéndose. Si sus almas también terminasen así, ¿qué valor tendría haber nacido humanos y dotados de un espíritu superior y racional; pero, que no sobreviviese a la brevedad de unos cortos años que pasan tan fugazmente?
Los creyentes cristianos creemos que nuestra alma es inmaterial y carece de componentes químicos que puedan descomponerse y pudrirse en los nichos de un cementerio. También creemos que es ingrávida y que la fuerza centrípeta terrestre no la ata a este planeta cuando se desconecta de su cuerpo material. Y que, después, emigra a un misterioso "más allá".
Tenemos capacidad mental para continuar recordando a nuestros seres queridos que ya han fallecido. También, para dedicarles homenajes y realizar ofrendas religiosas por ellos.
Cuando rezamos pidiendo por esos que ya se han ido, o lloramos su ausencia, o les llevamos flores al cementerio, estamos realizando un acto para el que no está capacitado ningún otro ser vivo irracional.
Los creyentes intentamos comunicarnos con Dios, rezándole por nuestros seres queridos que ya se han ido. También visitamos sus tumbas en los cementerios y solemos llevarles flores.
Dice un conocido poema:
"Una lágrima se evapora y una flor se marchita. Solamente una oración puede llegar al cielo".
¡Que nuestras plegarias consigan llegar hasta el cielo y sean allí bien atendidas por Dios!.
"Una lágrima se evapora y una flor se marchita. Solamente una oración puede llegar al cielo".
¡Que nuestras plegarias consigan llegar hasta el cielo y sean allí bien atendidas por Dios!.
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