domingo, 13 de febrero de 2022

BELLAS HISTORIAS SENTIMENTALES.

  

MAÑANA, DÍA 14 DE FEBRERO, SE CELEBRA LA FESTIVIDAD DE SAN VALENTIN, PATRONO DE LOS ENAMORADOS. 

 Hoy, en vísperas de esta celebración, os cuento seguidamente la  bella historia de unos amoríos:

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Balneario de Panticosa.

En el verano del año 1.949, conocí a Montse y a Eliseo en el balneario de Panticosa. Está situado en el Pirineo aragonés, en una altitud de 1.636 metros sobre el nivel del mar.

MONTSE era una bella y esbelta estudiante madrileña que aprovechaba  sus vacaciones para ganar unas pesetillas trabajando temporalmente, como camarera, en ese lugar veraniego.

ELISEO, un apuesto alférez de infantería.  Formaba parte de un destacamento militar que acampaba en las proximidades de aquel balneario.
En aquella época, los estudiantes universitarios podían obtener fácilmente la graduación de alférez provisional mientras cumplían el servicio militar obligatorio

En una tarde de aquel verano, Montse y Eliseo se cruzaron unas tímidas y fugaces miradas cuando ella le estaba sirviendo una Coca-cola  en la cafetería  en la que prestaba servicios.  Esta bebida americana se había introducido recientemente en España y entonces representaba un signo de distinción de quienes la consumían.

Al día siguiente, Eliseo volvió a aquella cafetería con la intención de degustar esa bebida que estaba de moda.  También con el deseo y la esperanza de que se la serviría  la misma camarera.
Cuando Montse le vio allí nuevamente, se apresuró a ofrecerle  una Coca-cola, ya antes de que él se la pidiese.

En esta segunda ocasión, se dedicaron mutuamente muchas miradas y sonrisas que reflejaban el interés que empezaban a sentir el uno hacia el otro.  Ese día se  inició entre ellos una relación sentimental que continuó después intensivamente.

La temporada veraniega en aquel balneario terminaba  a finales del mes de septiembre y Montse se marchó para Madrid, su ciudad natal. 
También Eliseo, habiendo cumplido ya el servicio militar obligatorio,  se marchó para Bilbao.

Transcurrieron después muchos años sin que yo pudiese conocer cómo había terminado aquel idilio sentimental.  Pero, mucho tiempo después, en el mes de julio del año del 2.010, me sucedió algo inesperado cuando yo me encontraba comiendo en un restaurante situado en una zona de las Rías Baixas de Galicia:

Muy cerca de mi mesa,  estaban también  un hombre y  una mujer, aparentemente octogenarios.  Me miraban frecuentemente y hacían comentarios en voz baja.

Cuando yo terminé de comer, les saludé, deseándoles un buen provecho; y aquella mujer, con una sonrisa muy expresiva, me preguntó:
 ¿Ha estado usted, en alguna ocasión, en el balneario de Panticosa?.

Su bella sonrisa y sus ojos verdes me hicieron recordar a una muchacha veinteañera que yo había conocido en ese balneario.
¡Que agradable sorpresa!.
Aquellos dos ancianos eran... ¡¡¡Montse y Eliseo!!!

Después, hablamos de muchas cosas que ocurrían  en aquel balneario cuando nosotros estuvimos  allí:

Montse me preguntó si  me había casado con Alicia, que era una compañera suya de trabajo con la que yo mantenía una amistad muy especial.

Le contesté lo siguiente:
Cupido, ese dios mitológico de los enamorados, disparó contra vosotros dos todo su arsenal bélico.  No disponía de más flechas para poder dispararlas también  contra Alicia y contra mí.

Aquel reencuentro, tan inesperado, con Montse y Eliseo, despertó en mí muchos recuerdos inolvidables, principalmente cuando me nombraron a Alicia.

¿Quién era Alicia?
Alicia era una muchacha aragonesa muy atractiva y simpática con la que yo he mantenido allí una gran  amistad, muy.... "especial".
Algunas noches, cuando ella estaba libre de servicio como camarera, solíamos ir los dos a orillas de un lago que hay colindante con los jardines de aquel balneario.
Contemplábamos como la luz de la luna se reflejaba en sus aguas cristalinas.
Nos dijimos allí muchas cosas.

La nuestra era una amistad muy sincera, muy noble,  muy sana.
No estaba influenciada por apetencias sexuales.
Supimos disfrutar correctamente de la atracción mutua que pueda  existir entre un hombre y una mujer.
Éramos parecidos a  Adán y a Eva, cuando estaban en el paraíso terrenal, antes de haber comido el fruto tóxico de aquel árbol.
Pero, ni San Valentín, patrono de los enamorados,  ni el travieso dios mitológico Cupido, consiguieron  que aquella tan peculiar  amistad nuestra terminase en matrimonio.

Cuando finalizó  la temporada veraniega en aquel balneario, ella se marchó para Zaragoza, su ciudad natal.  Yo, que trabajaba en aquella zona pirenaica como empleado administrativo de un empresa constructora multinacional, también fui destinado a otras obras situadas en  localidades muy alejadas de Aragón.

El día que nos despedimos, pensábamos los dos que  no volveríamos a encontrarnos nunca más,  personalmente.
Ese día,  sentí en mi mente una gran tristeza.
También he visto lágrimas  en sus ojos. 
  
ACLARACIÓN: 
He cambiado los nombres de todas las personas que han protagonizado esta historia, para proteger su intimidad.  Pero los hechos han sucedido exactamente como yo los he contado.
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SEGUNDA PARTE DE ESTA HISTORIA.

Muchos años después de lo que aconteció anteriormente,  recibí una llamada telefónica.   La hacía  una mujer  que inició la conversación con el siguiente saludo:

---¡Hola, Miguel!
    
Le contesté diciéndole que posiblemente se había equivocado al marcar este número, porque aquí ninguna persona se llama Miguel.

Ella me hizo la siguiente aclaración:
He visto en Facebook la historia que tú  cuentas, de una  relación sentimental que has mantenido en el balneario de Panticosa, hace ya muchos años.  Dices que has cambiado los nombres de sus protagonistas, para proteger su intimidad.  Pienso que la "Alicia"  de esa historia, soy yo. Yo también te llamo a ti "Miguel", con esa misma intención de  proteger tu intimidad.

El tono de su voz y su acento aragonés, son inconfundibles.  Era ella, sin duda alguna, aquella mi inolvidable "Alicia":   aquella  amiga mía, tan "especial",  de la que yo no había  tenido noticias desde hacía ya muchos años.
¡Qué gran alegría hemos sentido los dos  al reencontrarnos nuevamente, aunque fuese a través de una conversación telefónica! 
 
Nos hemos contado después muchas cosas: principalmente cómo habían  transcurrido nuestras vidas respectivas después de nuestra estancia en Panticosa  en el ya muy lejano año 1.949:
Me  dijo que actualmente está viuda. Que sus hijos ya  se han casado y vive muy sola, en un apartamento, en la  ciudad de Zaragoza.   

Después de este inesperado reencuentro, nos hemos comunicado más veces   telefónicamente; y también utilizando  el WhatsApp.
Nuestras conversaciones continuaron siendo tan afectuosas, desinteresadas  y platónicas, como aquellas que habíamos  mantenido en nuestra juventud, a orillas de aquel  lago,  en el balneario de Panticosa. 

Posteriormente, un día yo le conté que había tenido un sueño:
Soñara que nos encontrábamos  los dos nuevamente en el  balneario de Panticosa y
 que nos dimos allí  nuestro primer beso: un beso muy apasionado.

Ella me contestó,  por WhatsApp,  diciéndome:
-¿Te agradaría que ese sueño tuyo se convirtiese en realidad?.
-¿Que nos desplacemos nuevamente los dos  a Panticosa,  para darnos allí un  primer beso, muy romántico y apasionado?   
-¡Un  primer beso
, que no nos hemos dado nunca en aquellos  ya tan lejanos  tiempos de nuestra de nuestra juventud!.

Esta  propuesta me pareció muy interesante; pero...
¡Si alguien nos viese allí  a estos dos ancianos, besándonos muy apasionadamente,  le produciríamos una jocosa sonrisa.!
(La sociedad actual piensa que las personas ancianas no estamos  capacitadas para mantener unas  relaciones sentimentales tan  apasionantes y eróticas).

Postdata: 
Si  "Alicia" y yo seguimos  residiendo vivos  en este  planeta tierra, es posible que esta historia de nuestra relación platónica, continúe y  tenga nuevos capítulos...


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viernes, 11 de febrero de 2022

EL DÍA DE LOS ENAMORADOS.

HOY, DIA 14  DE FEBRERO.

FESTIVIDAD DE SAN VALENTÍN.

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En el siglo III de la era cristiana, el emperador romano Claudio II  prohibió a sus soldados contraer matrimonio, porque pensaba que se comportaban mejor si no tenían vínculos familiares.

El sacerdote cristiano San Valentín los casaba clandestinamente y fue condenado a morir decapitado.  La ejecución de esta sentencia se realizó el día 14 de febrero, en el año 270.

Teniendo en consideración esta historia de la vida de San Valentín, le han adjudicado el título de Patrono de los enamorados/as.

En la festividad de su Patrono,  los enamorados/as  suelen felicitarse mutuamente. Se regalan  flores y otros obsequios. etc.




En la antigua Roma se decía que era  CUPIDO, un jovencísimo y travieso dios mitológico,  el que disparaba  contra las parejas unas flechas infectadas  con los "virus"  del amor.


Actualmente, cuando dos personas se enamoran, solemos decir metafóricamente que han recibido un "flechazo" de ese mitológico CUPIDO.

Los primeros síntomas de que una pareja  haya sido infectada por los virus de ese  "flechazo", suelen manifestarse así:  empiezan sintiendo una gran atracción mutua,  se dedican palabras muy románticas, se dan el  primer beso, etc....



En mi juventud, en aquellos tiempos ya tan lejanos, cuando las parejas iniciaban una relación sentimental, no solían  besarse apasionadamente hasta que contraían matrimonio.  (Algunos novios ya realizaban entonces, a escondidas, todas esas cosas que actualmente suelen ser habituales).

También puede suceder que se produzca la ruptura sentimental, si el "flechazo"  que les enamoró no contenía una dosis "vírica"  suficiente.

Ruptura de la pareja


No deberíamos atribuir a un dios mitológico, ni a un santo casamentero,  que sean  ellos los causantes de que se produzcan los enamoramientos.

Son las  Leyes que rigen el Universo quienes han  creado la atracción sexual entre un hombre y una mujer.  Unas Leyes que han sido diseñadas por el Ser Superior que programó el  funcionamiento que tienen  todas las cosas que existen.

Dice el Libro del Génesis que los dos primeros habitantes humanos  del planeta Tierra, han sido una pareja formada por Adán y Eva.



El libro del Génesis también dice que aquella primera pareja humana y los demás seres vivos que habían sido creados en este planeta,  recibieron el mandato de crecer y de multiplicarse.

Para que podamos cumplir ese mandato, nos dotó de las eróticas herramientas que tiene la  sexualidad masculina y la femenina.  Unas herramientas que nos  producen sensaciones muy placenteras cuando las utilizamos.

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