(Publicación actualizada en febrero 2025
El próximo día 14 de este mes de febrero-2025, se celebra la festividad de San Valentín, patrono de los enamorados.
Os voy a contar dos bellas historias sentimentales en las que yo he sido uno de sus protagonistas.
En aquella época, yo era un joven muchacho veinteañero.
Actualmente, soy ya un nonagenario.
Balneario de Panticosa, año 1949.
www.eliasmalvar.blogspot.com
En el verano del año 1.949, conocí a Montse y a Eliseo en el balneario de Panticosa. Está situado en el Pirineo aragonés, en una altitud de 1.636 metros sobre el nivel del mar.
MONTSE era una bella y esbelta estudiante madrileña que aprovechaba sus vacaciones para ganar unas pesetillas trabajando temporalmente, como camarera, en ese lugar veraniego.
MONTSE era una bella y esbelta estudiante madrileña que aprovechaba sus vacaciones para ganar unas pesetillas trabajando temporalmente, como camarera, en ese lugar veraniego.
ELISEO, un apuesto alférez de infantería. Formaba parte de un destacamento militar que acampaba en las proximidades de aquel balneario.
En aquella época, los estudiantes universitarios podían obtener fácilmente la graduación de alférez provisional cuando realizaban el servicio militar obligatorio.
En una tarde de aquel verano, Montse y Eliseo se cruzaron unas tímidas y fugaces miradas cuando ella le estaba sirviendo una Coca-cola en la cafetería en la que prestaba servicios. Esta bebida americana se había introducido recientemente en España y entonces representaba un signo de distinción de quienes la consumían.
Al día siguiente, Eliseo volvió a aquella cafetería con la intención de degustar esa bebida que estaba de moda. También con el deseo y la esperanza de que se la serviría la misma camarera.
Cuando Montse le vio allí nuevamente, se apresuró a ofrecerle una Coca-cola, ya antes de que él se la pidiese.
En esta segunda ocasión, se dedicaron mutuamente muchas miradas y sonrisas que reflejaban el interés que empezaban a sentir el uno hacia el otro. Ese día se inició entre ellos una relación sentimental que continuó después intensivamente.
La temporada veraniega en aquel balneario terminaba a finales del mes de septiembre y Montse se marchó para Madrid, su ciudad natal.
En aquella época, los estudiantes universitarios podían obtener fácilmente la graduación de alférez provisional cuando realizaban el servicio militar obligatorio.
En una tarde de aquel verano, Montse y Eliseo se cruzaron unas tímidas y fugaces miradas cuando ella le estaba sirviendo una Coca-cola en la cafetería en la que prestaba servicios. Esta bebida americana se había introducido recientemente en España y entonces representaba un signo de distinción de quienes la consumían.
Al día siguiente, Eliseo volvió a aquella cafetería con la intención de degustar esa bebida que estaba de moda. También con el deseo y la esperanza de que se la serviría la misma camarera.
Cuando Montse le vio allí nuevamente, se apresuró a ofrecerle una Coca-cola, ya antes de que él se la pidiese.
En esta segunda ocasión, se dedicaron mutuamente muchas miradas y sonrisas que reflejaban el interés que empezaban a sentir el uno hacia el otro. Ese día se inició entre ellos una relación sentimental que continuó después intensivamente.
La temporada veraniega en aquel balneario terminaba a finales del mes de septiembre y Montse se marchó para Madrid, su ciudad natal.
También Eliseo, habiendo cumplido ya el servicio militar obligatorio, se marchó para Bilbao.
Transcurrieron después muchos años sin que yo pudiese conocer cómo había terminado aquel idilio sentimental. Pero, mucho tiempo después, en el mes de julio del año del 2.010, me sucedió algo inesperado cuando yo me encontraba comiendo en un restaurante situado en una zona de las Rías Baixas de Galicia:
Muy cerca de mi mesa, estaban también un hombre y una mujer, aparentemente octogenarios. Me miraban frecuentemente y hacían comentarios en voz baja.
Muy cerca de mi mesa, estaban también un hombre y una mujer, aparentemente octogenarios. Me miraban frecuentemente y hacían comentarios en voz baja.
Cuando yo terminé de comer, les saludé, deseándoles un buen provecho; y aquella mujer, con una sonrisa muy expresiva, me preguntó:
¿Ha estado usted, en alguna ocasión, en el balneario de Panticosa?.
Su bella sonrisa y sus ojos verdes me hicieron recordar a una muchacha veinteañera que yo había conocido en ese balneario.
¡Que agradable sorpresa!.
Aquellos dos ancianos eran... ¡¡¡Montse y Eliseo!!!
Después, hablamos de muchas cosas que ocurrían en aquel balneario cuando nosotros estuvimos allí:
¿Ha estado usted, en alguna ocasión, en el balneario de Panticosa?.
Su bella sonrisa y sus ojos verdes me hicieron recordar a una muchacha veinteañera que yo había conocido en ese balneario.
¡Que agradable sorpresa!.
Aquellos dos ancianos eran... ¡¡¡Montse y Eliseo!!!
Después, hablamos de muchas cosas que ocurrían en aquel balneario cuando nosotros estuvimos allí:
Montse me preguntó si me había casado con Alicia, que era una compañera suya de trabajo con la que yo mantenía una amistad muy especial.
Le contesté lo siguiente:
Cupido, ese dios mitológico de los enamorados, disparó contra vosotros dos todo su arsenal bélico. No disponía de más flechas para poder dispararlas también contra Alicia y contra mí.
Aquel reencuentro, tan inesperado, con Montse y Eliseo, despertó en mí muchos recuerdos inolvidables, principalmente cuando me nombraron a Alicia.
Cupido, ese dios mitológico de los enamorados, disparó contra vosotros dos todo su arsenal bélico. No disponía de más flechas para poder dispararlas también contra Alicia y contra mí.
Aquel reencuentro, tan inesperado, con Montse y Eliseo, despertó en mí muchos recuerdos inolvidables, principalmente cuando me nombraron a Alicia.
¿Quién era Alicia?
Alicia era una muchacha aragonesa muy atractiva y simpática con la que yo he mantenido allí una gran amistad, muy.... "especial".
Algunas noches, cuando ella estaba libre de servicio como camarera, solíamos ir los dos a orillas de un lago que hay colindante con los jardines de aquel balneario.
Contemplábamos como la luz de la luna se reflejaba en sus aguas cristalinas.
Nos dijimos allí muchas cosas.
La nuestra era una amistad muy sincera, muy noble, muy sana.
No estaba influenciada por apetencias sexuales.
Supimos disfrutar correctamente de la atracción mutua que pueda existir entre un hombre y una mujer.
Éramos parecidos a Adán y a Eva, cuando estaban en el paraíso terrenal, antes de haber comido el fruto tóxico de aquel árbol.
Alicia era una muchacha aragonesa muy atractiva y simpática con la que yo he mantenido allí una gran amistad, muy.... "especial".
Algunas noches, cuando ella estaba libre de servicio como camarera, solíamos ir los dos a orillas de un lago que hay colindante con los jardines de aquel balneario.
Contemplábamos como la luz de la luna se reflejaba en sus aguas cristalinas.
Nos dijimos allí muchas cosas.
La nuestra era una amistad muy sincera, muy noble, muy sana.
No estaba influenciada por apetencias sexuales.
Supimos disfrutar correctamente de la atracción mutua que pueda existir entre un hombre y una mujer.
Éramos parecidos a Adán y a Eva, cuando estaban en el paraíso terrenal, antes de haber comido el fruto tóxico de aquel árbol.
Pero, ni San Valentín, patrono de los enamorados, ni el travieso dios mitológico Cupido, consiguieron que aquella tan peculiar amistad nuestra terminase en matrimonio.
Cuando finalizó la temporada veraniega en aquel balneario, ella se marchó para Zaragoza, su ciudad natal. Yo, que trabajaba en aquella zona pirenaica como empleado administrativo de un empresa constructora multinacional, también fui destinado a otras obras situadas en localidades muy alejadas de Aragón.
El día que nos despedimos pensábamos los dos que no volveríamos a encontrarnos nunca más, personalmente.
Ese día, sentí en mi mente una gran tristeza.
También he visto lágrimas en sus ojos.
Cuando finalizó la temporada veraniega en aquel balneario, ella se marchó para Zaragoza, su ciudad natal. Yo, que trabajaba en aquella zona pirenaica como empleado administrativo de un empresa constructora multinacional, también fui destinado a otras obras situadas en localidades muy alejadas de Aragón.
El día que nos despedimos pensábamos los dos que no volveríamos a encontrarnos nunca más, personalmente.
Ese día, sentí en mi mente una gran tristeza.
También he visto lágrimas en sus ojos.
ACLARACIÓN:
He cambiado los nombres de todas las personas que han protagonizado esta historia, para proteger su intimidad. Pero los hechos han sucedido exactamente como yo los he contado.
He cambiado los nombres de todas las personas que han protagonizado esta historia, para proteger su intimidad. Pero los hechos han sucedido exactamente como yo los he contado.
www.eliasmalvar.blogspot.com.
SEGUNDA PARTE DE ESTA HISTORIA.
Muchos años después de lo que aconteció anteriormente, recibí una llamada telefónica. La hacía una mujer que inició la conversación con el siguiente saludo:
---¡Hola, Miguel!
Le contesté diciéndole que posiblemente se había equivocado al marcar este número telefónico, porque aquí ninguna persona se llama Miguel.
Ella me hizo la siguiente aclaración:
He visto en Facebook la historia que tú cuentas, de una relación sentimental que has mantenido en el balneario de Panticosa, hace ya muchos años. Dices que has cambiado los nombres de sus protagonistas, para proteger su intimidad. Pienso que la "Alicia" de esa historia, soy yo. Te llamo a ti "Miguel" con esa misma intención de...proteger tu intimidad.
El tono de su voz y su acento aragonés son inconfundibles. Era ella, sin duda alguna, aquella mi inolvidable "Alicia": aquella amiga mía, tan "especial", de la que yo no había tenido noticias desde hacía ya muchos años.
¡Qué gran alegría hemos sentido los dos al reencontrarnos nuevamente, aunque fuese a través de una conversación telefónica!
---¡Hola, Miguel!
Le contesté diciéndole que posiblemente se había equivocado al marcar este número telefónico, porque aquí ninguna persona se llama Miguel.
Ella me hizo la siguiente aclaración:
He visto en Facebook la historia que tú cuentas, de una relación sentimental que has mantenido en el balneario de Panticosa, hace ya muchos años. Dices que has cambiado los nombres de sus protagonistas, para proteger su intimidad. Pienso que la "Alicia" de esa historia, soy yo. Te llamo a ti "Miguel" con esa misma intención de...proteger tu intimidad.
El tono de su voz y su acento aragonés son inconfundibles. Era ella, sin duda alguna, aquella mi inolvidable "Alicia": aquella amiga mía, tan "especial", de la que yo no había tenido noticias desde hacía ya muchos años.
¡Qué gran alegría hemos sentido los dos al reencontrarnos nuevamente, aunque fuese a través de una conversación telefónica!
Nos hemos contado después muchas cosas; principalmente cómo habían transcurrido nuestras vidas respectivas después de nuestra estancia en Panticosa en el ya muy lejano año 1.949:
Me dijo que actualmente está viuda. Que sus hijos ya se han casado y vive muy sola, en un apartamento, en la ciudad de Zaragoza.
Después de este inesperado reencuentro, nos hemos comunicado más veces telefónicamente y también utilizando el WhatsApp.
Nuestras conversaciones continuaron siendo tan afectuosas, desinteresadas y platónicas, como aquellas que habíamos mantenido en nuestra juventud, a orillas de aquel lago, en el balneario de Panticosa.
Me dijo que actualmente está viuda. Que sus hijos ya se han casado y vive muy sola, en un apartamento, en la ciudad de Zaragoza.
Después de este inesperado reencuentro, nos hemos comunicado más veces telefónicamente y también utilizando el WhatsApp.
Nuestras conversaciones continuaron siendo tan afectuosas, desinteresadas y platónicas, como aquellas que habíamos mantenido en nuestra juventud, a orillas de aquel lago, en el balneario de Panticosa.
Posteriormente, un día yo le conté que había tenido un sueño:
Soñara que nos encontrábamos los dos nuevamente en el balneario de Panticosa y
que nos dimos allí nuestro primer beso, un beso muy apasionado.
Ella me contestó, por WhatsApp, diciéndome:
-¿Te agradaría que ese sueño tuyo se convirtiese en realidad?.
Soñara que nos encontrábamos los dos nuevamente en el balneario de Panticosa y
que nos dimos allí nuestro primer beso, un beso muy apasionado.
Ella me contestó, por WhatsApp, diciéndome:
-¿Te agradaría que ese sueño tuyo se convirtiese en realidad?.
-¿Que nos desplacemos nuevamente los dos a Panticosa, para darnos allí un primer beso, muy romántico y apasionado?
-¡Ese primer beso, que no nos hemos dado nunca en aquellos ya tan lejanos tiempos de nuestra de nuestra juventud!.
-¡Ese primer beso, que no nos hemos dado nunca en aquellos ya tan lejanos tiempos de nuestra de nuestra juventud!.
Esta propuesta de "Alicia" me pareció muy interesante; pero...
¡Si alguien nos viese allí a estos dos ancianos, besándonos muy apasionadamente, le produciríamos una jocosa sonrisa.!
(La sociedad actual piensa que las personas ancianas no estamos capacitadas para mantener unas relaciones sentimentales tan apasionantes y eróticas).
Postdata:
Si "Alicia" y yo continuamos residiendo vivos los dos en este planeta tierra, es posible que esta historia de nuestra relación platónica, pueda tener algún nuevo capítulo...
Postdata:
Si "Alicia" y yo continuamos residiendo vivos los dos en este planeta tierra, es posible que esta historia de nuestra relación platónica, pueda tener algún nuevo capítulo...
Qué bonito Elias con qué sencillez y belleza expresas tus sentimientos
ResponderEliminarElias me encata que bueno heres.. Un abrazo??
ResponderEliminarHola Elias, el amor al igual que otras muchas cosas hay que luchar por él, a las mujeres les gustan los los hombres, osados intrépidos, les gustan los hombres un " poco golfos ", a algunas , a otras los muy golfos.
ResponderEliminarEl mor platónico en el amor auténtico, total, apasionado, no tiene cabida, creo amigo Elias, que en esa ocasión por tu edad te faltó el valor que tenía por ejemplo, no don Juan Tenorio, sino don Luis Mejías.-
Un abrazo Elias, pero de otro Luis, éste, Luis Segura.