lunes, 22 de septiembre de 2025

UNA BELLA HISTORIA SENTIMENTAL

 

Balneario de Panticosa.

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En el año 1949 he conocido a Alicia, cuando ella trabajaba de camarera en el balneario de Panticosa.

En aquella fecha, ya tan lejana, yo era un muchacho veinteañero que también estaba trabajando de empleado administrativo en una empresa constructora multinacional que operaba en aquella zona.

El balneario de Panticosa está situado en el Pirineo Aragonés, en una altitud de 1636 metros sobre el nivel del mar.

Algunas noches, cuando Alicia estaba libre del servicio de camarera, solíamos ir ella y yo a orillas de un lago colindante con los jardines de aquel balneario. Contemplábamos cómo  la luz de la luna se reflejaba en sus aguas cristalinas. Nos dijimos allí muchas cosas.

  La nuestra era una amistad muy sana, muy especial.  No estaba influenciada por apetencias sexuales. Éramos parecidos a Adán y a Eva  cuando residían en el bíblico Paraíso Terrenal, antes de que se intoxicasen por haber comido  el fruto venenoso de un árbol.

Al finalizar la temporada veraniega en aquel balneario, Alicia  marchó para Zaragoza,  su ciudad natal.  También la empresa constructora multinacional en la que yo  trabajaba   me destinó a mí a otras obras,  muy distantes de  Aragón .  
El día de nuestra despedida los dos pensábamos que no volveríamos a encontrarnos personalmente.  Aquel día yo sentí una gran tristeza. También he visto una lagrima en sus ojos. 

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Han transcurrido muchos años desde aquel tiempo,  tan lejano.
 
Actualmente, cuando   yo soy  ya un anciano nonagenario,  recibí una llamada telefónica. 
La dama que realizó esa llamada inició la conversación diciendo que ella  es una agente de publicidad. 
Que  desea explicarme las magníficas  condiciones que tiene el balneario de Panticosa    para que yo pueda disfrutar allí de una excelente  estancia veraniega. 

Observé que  se expresaba  con timidez y  algo nerviosa.
 Para intentar tranquilizarla,  le dije que me gustaba mucho su simpático acento aragonés y que el  bonito tono de su voz  se le parecía al de una buena amiga mía que yo conociera en ese balneario,  en el año 1949. 
Este piropo la puso aún más  nerviosa.

Continuó contándome cómo es el  bello paisaje que rodea a ese  centro veraniego y  de  las excelentes  instalaciones que tiene el balneario de Panticosa.

Finalmente, aquella misteriosa dama terminó manifestando  que ella no es agente de publicidad ;  y elevó el volumen  de su voz para  decirme:   

 ¡¡Yo soy Alicia!!.  ¡Aquella amiga tuya que tú conociste en Panticosa!.  

¡Qué gran emoción hemos sentido los dos al reencontrarnos nuevamente, aunque fuese a través de una conversación telefónica!.

Nos hemos contado después cómo transcurrieron  nuestras vidas desde aquella lejana fecha en la que éramos unos amigos tan "especiales". 

 Me dijo que actualmente está viuda.  Que sus hijos ya se han casado y reside muy sola en la ciudad de Zaragoza.

Después de este reencuentro tan emotivo, hemos continuado comunicándonos por teléfono y por WhatsApp. 
 Nuestras conversaciones siguen siendo tan afectuosas, sanas y platónicas,  igual que aquellas que habíamos  mantenido en Panticosa, a orillas de aquel  lago de aguas cristalinas.

 En un día posterior, yo le conté que había tenido un sueño: 
Soñara que nos encontrábamos los dos nuevamente en Panticosa,  a orillas de aquel lago  y que nos besamos allí muy afectuosamente. 
Ella me propuso convertir ese sueño en realidad  y que nos desplacemos  los dos a ese balneario,  para darnos allí el primer beso.  Un beso que tenemos pendiente de realizar desde aquellos lejanos  tiempos de nuestra juventud.  

 Pero..., Alicia  y yo somos  ya dos ancianos nonagenarios que estamos en lista de espera preferente para emigrar a ese misterioso "más allá". 
 
Desconozco cómo funcionan las cosas en ese "más allá" tan misterioso.
Ojalá exista también allí algún  lago de aguas cristalinas, en cuya orilla Alicia y yo podamos contarnos muchas cosas,  durante toda la eternidad.

AMÉN.


POSTDATA:
La protagonista de este relato no se llama ALICIA.
He cambiado su nombre,  para proteger la intimidad de esta gran amiga mía.

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